miércoles, 14 de enero de 2009

2º domingo Ordinario, B (18 enero 2009)


Texto a meditar y orar:
Juan 1, 35-42

Al día siguiente Juan estaba otra vez allí con dos de sus discípulos, y vio a Jesús que pasaba, y dijo : He ahí el Cordero de Dios. Y los dos discípulos le oyeron hablar, y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y viendo que le seguían, les dijo : ¿Qué buscáis? Y ellos le dijeron: Rabí (que traducido quiere decir, Maestro), ¿dónde te hospedas? Él les dijo : Venid y veréis. Entonces fueron y vieron dónde se hospedaba; y se quedaron con Él aquel día, porque era como la hora décima. Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús era Andrés, hermano de Simón Pedro. Él encontró primero a su hermano Simón, y le dijo : Hemos hallado al Mesías (que traducido quiere decir, Cristo). Entonces lo trajo a Jesús. Jesús mirándolo, dijo: Tú eres Simón, hijo de Juan; tú serás llamado Cefas (que quiere decir: Pedro).

Lectio (lee detenidamente el texto e identifica sus elementos principales):
El Evangelio de Juan nos muestra una vocación de los primeros discípulos diferente a los Evangelios Sinópticos - donde Jesús llama a los primeros pescadores a la orilla del mar -. Jesús es seguido por dos discípulos de Juan, cuyo número indica la capacidad de ser testigos, son gente ya iniciada en la búsqueda de Dios. Juan el Bautista les ha presentado a Jesús como el Cordero de Dios, símbolo del sacrificio pascual y del cumplimiento de la Alianza.
A diferencia del relato de quienes se ofrecen a seguir a Jesús y él les responde que el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza (Mt 8, 18-20; Lc 9, 57-58) , la respuesta de Jesús es una invitación a ver dónde vive él. La experiencia resulta ser tan significativa para estos discípulos que pasan el resto del día, y es tan fuerte que Andrés busca comunicarla con su hermano Simón.
El cambio de nombre significa una vida nueva, una misión especial, quien da los nombres nuevos está recreando a la persona, es una de las maneras de actuar de Dios (Abraham e Israel, por ejemplo). El nombre de "Piedra" habla tanto de testarudez, como de firmeza.

Meditatio (reflexiona acerca de la Palabra leída y de las repercusiones que tiene en tu vida):
Los discípulos que se encuentran con Jesús, ya estaban en un proceso de búsqueda, ¿sigo buscando a Dios para seguirle, o doy por supuesto que ya lo poseo y no necesito buscar más? Dios nos sale al encuentro, pero ocupamos abrir el corazón para poderlo reconocer.
Estar con Jesús es una experiencia que transforma, para él no basta un seguimiento de su causa, sino un deseo de quedarse con él. Muchos pueden hacer el bien, pero lo importante para el cristiano es estar con su Señor, pues el cristianismo no es una ideología, sino una alianza que toca todas las dimensiones de nuestra existencia, no es "amor de un rato", sino de permanecer. ¿Qué tanto mi encuentro con Dios es un encuentro interpersonal?, ¿qué tanto dialogo con él?, ¿cuánto tiempo "pierdo" para estar con él?
Estar con Jesús no es una experiencia egoísta, quien encuentra a Jesús siente la necesidad de comunicarlo, no es un Dios que uno posea, es un Dios que se ofrece a todos. Así como Andrés llevó a su hermano Pedro ante Jesús, ¿a quiénes he llevado a Jesús en los últimos días?, ¿meses?, ¿años?
El cambio de nombre representa una misión, una predilección por parte de Dios. Cuando nos bautizamos, se nos dio un nombre: ¿qué significado tiene mi nombre para mí?, ¿cómo puedo relacionar mi identidad dentro del proyecto de Dios?

Oratio (expresa ante el Padre Dios tu oración que brota de este pasaje del Evangelio):
Padre Bueno, que has establecido una Alianza Nueva y Eterna a través de Jesús, tu Hijo, el Cordero sin mancha, dame la luz de tu Espíritu para saber reconocerlo en mi caminar por el mundo. Dame el valor para acercarme a él y descubrirlo vivo en la Palabra, en la Eucaristía y en mis hermanos más necesitados. Dame el valor para permanecer a su lado; quisiera estar con él hasta la noche de mi vida, y antes que separarme de él, quiero que todo confluya en él: mi familia, mis amigos, mi trabajo, mi sociedad. Dame la audacia para gritar a todos - no sólo con palabras, sino con toda mi vida - "Hemos encontrado al Mesías". Amén.

Contemplatio (goza las promesas de tu Señor contenidas en esta Palabra, y haz un acto que te ayude a vivir la salvación):
Pon atención en la Eucaristía en el momento de la fracción del Pan: "Este es el Cordero de Dios...", saborea el significado de ese pan que es vida para ti y los demás, y al momento de comulgar "pierde" tiempo con él, platicándole, dejándole que le hable a tu corazón, y ofrece esa comunión por aquellos de tus hermanos que por diversas causas no pueden acercarse sacramentalmente a Jesús, tu Señor.

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