viernes, 23 de enero de 2009

3er. domingo ordinario, B (25 enero 2009)


Texto
Marcos 1,14-20


Lectura:
Definido como el “evangelio de Dios”, es decir como el agradable anuncio de la salvación obrada y ofrecida por Dios, el kerigma que el Cristo pronuncia en la apertura de su misión
“El tiempo se ha cumplido” es la primera declaración profunda de teología: es decir que la historia de la salvación alcanza en Cristo su plenitud. Él es el punto máximo de las expectativas del Antiguo.Testamento y que ahora en el Nuevo Testamento todo deberá ser leído a la luz del Cristo mismo. “El reino de Dios está cercano”, éste es el segundo tema, en donde Dios en la historia tiene un proyecto para actuar, un proyecto por realizar y ese proyecto es “el reino”. Un plan cuya actuación ha iniciado en Cristo y que es todavía “cercano” por encarnarse continuamente en la trama obscura e incierta de la historia de los hombres.
A la intervención de Dios debe responder el esfuerzo humano. Esto se manifiesta ante todo en la “conversión”. “La fe en el evangelio”, es decir la adhesión a Cristo que es quien salva y quien libera,. Un anuncio que se lleva adelante por medio de heraldos, de “pescadores de hombres”: aquí está entonces la narración de la vocación de los primeros discípulos inmediatamente conectada a la proclamación de Jesús. La escena tiene un valor ejemplar más que histórico: “Abandonar las redes y al padre” (son dos extremos: sociedad y familia) para indicar el desapego total de cuanto se tiene de más precioso por el reino y la aventura misteriosa

Meditación:
Es significativo que en el inicio del ministerio público de Jesús la primera predicación del Reino vaya seguida de la vocación de los primeros discípulos. Las dos acciones con las que se estrenó Jesús fueron la evangelización de Galilea y la creación de un grupo de discípulos: el surgimiento del discípulo es el primer signo de la llegada del Reino. En el relato de la vocación están explicitadas, en síntesis esencial, los rasgos característicos del discípulado: la iniciativa es de Jesús, quien antes de llamar contempla a los hombres, enfrascados en sus quehaceres cotidianos; la invitación de Jesús es imperiosa, pues concede lo que pide: el seguimiento inmediato; la convivencia con Jesús cambia de profesión y de familia a los llamados. Una predicación de la que no surgen, como primer fruto, discípulos no es evangélica: el Reino aparece donde nacen hombres capaces de dejar lo que son y cuanto tienen por seguir más de cerca a Jesús. Habría que cuestionar, pues, una evangelización que no logra suscitar vocaciones: si no surgen compañeros de Jesús allí donde se le predica, ni se conoce el reino de Dios ni se ha encontrado a Cristo.
. Jesús presenta su mensaje más importante; detrás de su vida y motivo de su muerte estuvo la predicación del Reino de Dios por venir; todo lo que Jesús enseñó y cuanto hizo por los pueblos de Galilea debe considerarse consecuencia de su propia convicción: “el plazo se ha cumplido, está cerca el Reino de Dios”. El misterio personal de Jesús nos resulta evidente, si logramos entender esas palabras suyas, las primeras que el evangelio nos transmite; en ellas se esconde el secreto íntimo de Jesús de Nazareth. Tocaríamos su persona y sus convicciones si escucháramos ésa su predicación y aceptáramos su convicción de que, estando Dios y su Reino al caer, ha llegado el momento de la fe y de la conversión.
El Reino de Dios era en tiempos de Jesús, el símbolo de todo cuanto un pueblo creyente esperaba de Dios. Aquello que caracteriza el mensaje de Jesús no era tanto que hablase de un reino por venir, sino el que lo anunciara ya cercano, próximo, al alcance de la mano...de todo el que se convirtiera. “Creed en el Evangelio”.
Precisamente porque el reino de Dios está a las puertas, el plan de Dios y vuestros deseos más íntimos están a punto de realizarse: hace falta tan sólo creérselo. La conversión más profunda y más difícil también, que Dios pide, es la de fiarse de Él, la de confiar en sus promesas, la de tomar en serio su palabra. Hacemos vanos sus mejores proyectos sólo porque nos encuentra incrédulos, incapaces de conceder que Dios pueda tener interés en un mundo como el nuestro, en persona como nosotros: desconfiados sin esperanza, sin ilusión para soñar algo mejor de cuanto podamos darnos. Como primer fruto del Reino por venir, surgió en torno a Jesús un grupo de hermanos que renunciaron a cuanto traían entre manos, la profesión, las redes y cuanto llevaban en su corazón, la familia, el padre: los discípulos de Jesús son el primer resultado de la predicación del Reino. La iniciativa es de Jesús, quien antes de llamar contempla a los hombres, enfrascados en sus quehaceres cotidianos; la invitación de Jesús es imperiosa, pues concede lo que pide: el seguimiento inmediato; la convivencia con Jesús cambia de profesión y de familia a los llamados. El Reino aparece donde nacen hombres capaces de dejar lo que son y cuanto tienen por seguir más de cerca a Jesús.


Oración:
Padre Bueno: Te doy gracias por la llegada pronta de tu Reino; es más, por la llegada de tu Reino en la persona de tu Hijo Jesús; porque creer en que el Reino de Dios está presente en nuestro mundo es reconocer tu intervención amorosa por medio de tu Hijo Jesús. El Reino de Dios está a la mano y es necesario creer: “Creer en el Evangelio”; creer en tu Palabra hecha carne en tu Hijo Jesús; ésta es la Buena Nueva. Hoy, Señor, mi actitud es de conversión ante tu Palabra, ante tus promesas que vienen a planificar mi esperanza y mi realización como persona. Ayúdame a convertirme a tu Palabra y a tus promesas; a fiarme plenamente de Tí y a confiar en tus promesas. Reconocer en tu Palabra la conversión al Reino implica renunciar a cuanto traigo entre manos y en el corazón que no sea tu proyecto y que no sea fruto de tu iniciativa; porque cuando sentí tu llamado, antes había experimentado tu mirada y dado fe a tu imperiosa llamada y necesidad. El encuentro contigo me ha quitado el rumbo de mi realización personal, pero me ha abierto el corazón a tus planes de salvación; me ha cambiado la profesión y también a mi familia, pero me ha abierto a la convivencia contigo y a “serte familiar” en mi vida, y a cooperar en la participación de tu Reino.


Contemplación: Te invito para que en oración te sientas contemplado por Jesús, por su mirada, asistido por su presencia y convocado por su llamada que te invita a una conversión de vida.


Dios te bendiga P. Cleo sdb.

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