jueves, 17 de septiembre de 2009

25° domingo ordinario, B (20 septiembre 2009)

Texto a meditar y orar
Mc. 9, 30-37

Lectura. Caminando hacia Jerusalén, Jesús pasa por Galilea y desea mantener en el anonimato su identidad: aunque no totalmente consumada, la ruptura con su pueblo, ante el cual ha obrado milagros y para el que ha predicado el evangelio, es evidente. Nada ha de detenerle ya en su ida a Jerusalén y sólo sus discípulos son destinatarios de una enseñanza más densa y permanente: los caminos de Galilea se convierten ahora en su escuela privada; presta atención únicamente a quien le sigue: sus compañeros de viaje son sus aprendices.

Lo que tiene que decirles, ha de quedar entre ellos; Jesús adelanta la meta a quienes le acompañan en su camino: intima con quien le acompaña. Tras la entrega de Jesús, está Dios, sin negar que se cumpla con intervención humana: las manos de los hombres caerán sobre Jesús, porque ésa es la voluntad de Dios. Dios deja al hombre en manos de los hombres, pero la muerte tiene un límite; la resurrección ya está anunciada para el tercer día.

Por segunda vez, el evangelista muestra la incapacidad de los discípulos para entender lo que Jesús les decía; su silencio con que acogen la enseñanza de Jesús está motivada por el miedo, un miedo que no es sano, reverencial, sino obstinado, por nacer de una oposición al destino de Jesús; no aceptan, aunque callen; y por lo mismo, el silencio pasa a ser una forma suprema de resistencia.

Alimentando ambiciones en el seguimiento de Jesús. Los discípulos se dan cuenta de que su conversación en el camino no compagina con el anuncio que Jesús les había repetido de camino por Galilea. Estar subiendo a Jerusalén pudo haberles reanimado las esperanzas de una implantación cercana del reino; lo cierto es que había alimentado ambiciones personales y por lo mismo, la discordia.

Mediante una simple contraposición (primero/último), y un breve comentario (último=siervo) resuelve Jesús la cuestión que les ocupó durante el camino. El discípulo mayor es quien más y mejor sirve; primero es quien se pone a la disposición de todos, quien trata a los demás como primeros: el rango está en el servicio.

A las palabras siguen los hechos: toma un niño, lo coloca en medio de los doce, lo abraza. No sólo es un servicio al pequeño, es también un pequeño servicio el que hace grande al discípulo, si lo realiza en nombre de Jesús.

Acoger al más pequeño, al más necesitado de atenciones y servicio, es acoger al Señor. La razón de la acogida es Cristo y no su pequeñez. Jesús enseña a quien pretende ser mayor, no a quien se contenta con ser insignificante, que ha de hacerse servidor de todos y guardián de los más pequeños.



Meditación. Camino de Jerusalén, Jesús pudo preveer su trágico final y preanunciárselo a sus discípulos. Hoy el evangelio nos ofrece el segundo anuncio de su muerte: así quería preparar la fe de quienes compartían camino y su predicación. Lo trágico es que no encontrará la debida atención en sus discípulos: mientras el Maestro se dirigía seguro de sí, hacia su fin, los discípulos discutían sobre dignidades y privilegios que estaban por venir. Mientras Jesús piensa en dar la vida, los siervos se afanan en aparecer como señores. Un Maestro así, según el pensar de los discípulos, que camina hacia la muerte contradice las ganas de vivir de todos ellos.

Tan decidido estaba Jesús a subir a Jerusalén y enfrentarse con el querer de Dios que no permite distracciones ni dilaciones en su camino. El miedo que tienen los discípulos en el seguimiento del crucificado nace de la resistencia a aceptarle. Y es que no basta con seguir a Jesús, si no se persiguen junto a él sus ideales: a quien acompaña a Jesús le espera siempre una cruz; el miedo a perderse termina siempre con perder al discípulo.

Que seguir a Jesús no es suficiente para dejarse envolver y ganar por su programa es claro en el relato evangélico; preguntándoles por lo que les preocupa cuando iban de camino, cuestiona en profundidad su fidelidad: están lejos de él por más cerca que le sigan. Ser el mayor no debe preocupar a quien vive tras él: la primacía en el servicio es la vía de la excelencia entre discípulos de Cristo.

Marcos recuerda que el destino de Jesús no fue simple casualidad sino programa de salvación; si desea participar en él, tendrá que aceptar sus consecuencias: el servicio al menor, el cuidado al menesteroso, la atención al insignificante es la ocupación preferente de los seguidores de Jesús, su ministerio mejor.

El niño, ser en dependencia por antonomasia, es el modelo de identificación de cuantos siguen a Jesús. El niño dependía, en la sociedad de Jesús, totalmente de los demás para poder sobrevivir: era realmente el último, el último de la sociedad, el último de la familia. Y es en cuanto tal que Jesús lo escoge como ejemplo vivo del discípulo, el niño es el modelo de identificación de cuantos siguen a Jesús. La comunidad de Jesús tiene como primero al que aparece al último, y el más débil es su mejor modelo.



Oración. Señor, aumenta mi fe, para comprender el camino que hoy, con tu Palabra, pones como itinerario para tu seguimiento y como meta de mi vida. Que mi corazón no se llene de miedo fruto de una resistencia a seguirte hasta las últimas consecuencias. Más bien, mantenlo abierto a tus ideales,

Me impresiona mucho cuando te veo como en ésta parte del Evangelio, tan obediente al Padre.

Me sorprende Señor tu fuerza al no encontrar entendimiento en los tuyos para las preocupaciones que te aquejaban. Cargaste Señor con la cruz y me pregunto cuál cruz te resultó más pesada ¿la de Jerusalén o la de no sentirte entendido por los que estabas enseñando y peor aún, conociendo en sus corazones su sed de poderío cuando Tú sólo enseñaste el amor?

Tanto insististe, Señor en la renuncia, en el dejar de ser para que otros sean, que da miedo someterse a tanta exigencia. Tus discípulos lo sintieron y su silencio no fue sino la peor traición.

Con todo, Señor, pese a que a veces yo también experimento miedo a dejar de ser para que otros sean, no puedo dejar de reconocer que tu enseñanza es de amor y que tu entrega es por amor.

Permíteme ser un poco más sensible a las necesidades de los que me rodean y ayúdame a hacerme cercano de los que más necesitan saberse amados por Tí.


Contemplación. En el silencio de tu corazón, te invito a dialogar con Dios; que le pidas que aumente tu fe para descubrir la invitación que el Señor te hace para seguirle; que disponga tu corazón a su Palabra.

Dios les bendiga. P. Cleo sdb

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